Capacitación, un acto de servicio
Para avanzar y ser cada día mejor, hay que entrenar, capacitarse, reforzar conocimientos y no dar por sentado que lo sabes todo.
Para avanzar y ser cada día mejor, hay que entrenar, capacitarse, reforzar conocimientos y no dar por sentado que lo sabes todo.
La educación es una de las bases más importantes de la sociedad, por lo tanto, los educadores juegan un papel crucial en la forma en que ésta se lleva a cabo. La sociedad cambia, evoluciona y se transforma; nosotros los educadores, debemos hacerlo también.
Tengo una amiga que teje. Hace dos meses comenzó una bufanda. El invierno prácticamente ya terminó y todavía no la tiene lista. Cuando se lo comenté, ella sonrió y dijo: «Si quisiera una bufanda, iría a la tienda a comprar una. Es el “tejer” lo que disfruto. Tejer me da alegría y me relaja. Además, estará lista para el siguiente invierno».
¿Alguna vez has hablado con tus padres o abuelos sobre su experiencia en la escuela? Por lo general, sus recuerdos están llenos de nostalgia por su niñez, pero también de historias difíciles de creer acerca de los métodos de enseñanza de su época.
Por mucho tiempo se ha pensado que la educación es parte del sector político y que por ende los gobiernos son los primeramente responsables de asegurar una educación de calidad.
La manera en que nos relacionamos con otros, especialmente con los más pequeños, es algo a lo que debemos ponerle muchísima atención. Esto definirá muchas áreas de la vida adulta que ese niño tendrá en un futuro y le servirá de ejemplo para él mismo relacionarse con otros.
¿Sabías que el amor es uno de los valores más importantes?
Incluso es uno de los primeros mandatos que Dios nos hace: amar al otro como a nosotros mismos. Esto da por hecho que el amor funge como una fuerza que nos lleva a la acción de servir, comprender y empatizar con el otro.
Mario, un niño de 11 años, llegó de la escuela frustrado. Su mamá le preguntó qué es lo que le sucedía, pero él no respondió y subió a su cuarto. En su habitación redactó un mensaje y le mandó un WhatsApp a su mamá, en el cual le contó que ha estado sufriendo bullying por sus compañeros y que no sabe cómo resolverlo.
En ocasiones como padres de familia, maestros o adultos en general, pasamos por alto la importancia de nuestros niños y nuestra labor de servirles con honra y amor.
¿Recuerdas cómo fueron tus maestros en tu infancia? ¿Recuerdas qué tan pacientes fueron contigo?
Si pudieras dar a tus alumnos un suplemento que les diera estas ventajas, ¿lo harías?
¡Acuérdense de los pobres!
Hace dos mil años Jesucristo hizo una declaración sorprendente acerca de los pobres: «Los necesitados seguirán siendo parte de la sociedad para siempre». Marcos 14:7 (MT).
En tu caminar como educador, tal vez te has cuestionado lo siguiente: ¿Cómo puedo lograr que los padres estén de mi lado? ¿Qué hago para mantener una buena relación con ellos? ¿Qué es lo que realmente les interesa de la escuela? Sin lugar a dudas, existen más preguntas.
Pensamos que el conocimiento conseguiría un ser humano ideal. Pensamos que bajar la guardia, no ser autoritarios nos haría tener mejor acceso a nuestros alumnos.
Si pudiera enseñar todas las materias pero no amara a mis alumnos, yo solo sería un metal ruidoso o un címbalo que resuena.
Si tuviera la mejor didáctica y entendiera todos los nuevos descubrimientos de la ciencia y contara con todo el conocimiento, y si tuviera una fe que me hiciera capaz de abrir muchas escuelas, pero no amara a mis colegas, yo no sería nada.